
En el marco del desarrollo del calendario electoral, las
actividades de este mes en Rosario revelaron la fuerte presencia de un ámbito
oficial dependiente de los alcances presupuestarios.
Entre el socialismo y el kirchnerismo, la cultura se mostró susceptible
a debates que no se exteriorizaron por medio de las expresiones artísticas,
sino principalmente en la esfera social y política de los establecimientos
municipales y estatales.
Asimismo, el espíritu de la puesta en práctica de la
democracia que tuvo 2011 se trasladó a ciertos organismos. Durante el período
que nos ocupa, el alumnado de la Facultad de Humanidades y Artes de las
distintas carreras participó de una serie de jornadas de elecciones,
establecidas para renovar los cargos de dirección y las comisiones asesoras. En
la Escuela de Bellas Artes los resultados divisaron a María Elena Lucero como directora
de la próxima gestión.
En este contexto y con un gran interés en la realización de
acciones integradoras de otros sectores, las ofertas ajenas al terreno
institucional manifestaron algunas necesidades y confluencias marcando la fase
preparatoria de futuras revueltas. Lo oficial y lo alternativo pronto volverían
a entrar en conflicto en este campo artístico que opera dentro de circuitos debatidos
entre las categorías de lo autonomizado (gestado en espacios independientes), lo
oficializado (concebido en museos y centros de arte) y lo extremadamente
localizado (producido principalmente en casas de artistas y en encuentros nocturnos).
Tres componentes de la escena que generaron una atmósfera estética a través de numerosos
relatos, algunos de ellos prometedores pero, en lo concreto, desprovistos de
sensibilidad, originalidad y calidad conceptual y material. Paralelamente, se
vislumbró el crecimiento de una generación joven intermedia que este año actuó
mayormente fuera de la ciudad.
Perspectivas
colaborativas
Dentro de este escenario, vale destacar la importancia que
en los últimos años ha tenido la clínica de obra. Un fenómeno que en Argentina
ha crecido en sobreabundancia a partir de este milenio, y que prescribe la
necesidad de un lugar para el análisis de la propia práctica a partir del
diálogo con profesionales y pares.
Durante 2011, muchos de los espacios y agrupaciones han incorporado
a la clínica de obra entre sus propuestas.
Bou, una iniciativa que surgió recientemente, es un ejemplo
claro de estas búsquedas. Impulsado por Florencia Laorden, ofrece programas específicos
dentro del rango de la enseñanza de las artes, algunos de los cuáles se
encuadran dentro de dicho formato.
En Septiembre aquí se llevaron a cabo dos talleres. Uno coordinado
por David Nahón y otro de pintura a cargo de Paola Vega. Éste último, como
parte del proyecto “Grado siete”, que fue lanzado en conjunto con Cultura
Pasajera con la idea de generar encuentros con artistas y apostar al diálogo como
fuente de conocimiento y disparador de otros estímulos al momento de plantear
un plan de producción.
En esta misma línea, Cultura Pasajera también propuso el
ciclo “Art talk”, que consistió en una serie de charlas con los autores que por
entonces se encontraban exhibiendo en el Pasaje Pam. Florencia Laorden, Luciana
Rondolini y Gise Cortese encabezaron una de estas conversaciones.
Considerando las variables del quehacer creativo, estos
talleres, clínicas y encuentros que promueven éstas y otras entidades
independientes tienden a cubrir algunos de los baches de las carreras de arte
existentes. Pero los múltiples intentos aún no llegan a ser suficientes.
El fomento de la diversidad y el intercambio que han
instalado las clínicas es el eje principal de Cultura Pasajera. Hoy en día, una
de las estructuras autónomas que más han perdurado. Dirigido por Gabriela
Gabelich y Román Rivoire, el histórico Pasaje Pam reunió intervenciones en sus diferentes
zonas, invadidas desde el 29/09 por Bruno Guppalli, Juan Sebastián Bruno, Pande
Melón -Malena Cocca y Andrés Yeah-, Evangelina Cipriani, Adriana Bustos y Juan
Barbieratti. A éstos se sumaron Llavero, una galería itinerante de bolsillo que
tuvo como protagonista a Leonardo Cavalcante, y Minilab, una galería virtual
que presentó la página web de Lino Divas.
Sujeto a otro tipo de perspectiva colaborativa de trabajo se
halla el colectivo autogestionado Cero. Poco conocido en ciertos sectores pero
muy concurrido, el 10/09 lanzó el proyecto “Portátil”. Con la ambición de promover
situaciones de producción de participación grupal, Cero puso en circulación
objetos diseñados por sus integrantes para ser intervenidos por artistas. Este lanzamiento
se hizo con un multitudinario evento nocturno que, como es habitual en esta
residencia, contó con invitados especiales, que coordinaron un set de
improvisación audiovisual, y con música en vivo, esta vez a cargo de Luko.
Las inauguraciones de Iván Rosado también tuvieron lugar en
este período. En la misma fecha que Cero, abrió sus puertas para otra de sus
citas: “Unión y Amistad” con Lucas Mercado, Nicolás Domínguez Bedini, Lucila
Inés y Ediciones 22 Porrón. A pocos meses de cerrar su temporada, esta casa
conservó su impronta amistosa y festiva con un perfil muy singular, semejante
al de un club de arte.
En colaboración con los promotores de Triple X Acción mutante ―Manuel Brandazza y
Virginia Negri-, la noche del 22 Iván Rosado recibió a Fernanda Laguna, que
deleitó a los asistentes con una serie de dibujos y con una performance en la
trasnoche en el marco del XIX Festival Internacional de Poesía de Rosario.
También recitaron entonces Damián Ríos, Lalo Barrubia, Marina Yuszczuk y C.
Monti.
Una semana después, Evangelina Cipriani, Pepe Klatt, Magalí
Piano, Pilar Almagro Paz, Alejandra Benz, Enzo Campos Córdoba, Irina Garbatzky
y Manuela Suárez también fueron huéspedes de esta vivienda que, al igual que
Cero, se caracteriza por asumir la necesidad de convertir un lugar doméstico en
un paraje para el cruce relajado entre las artes visuales, la música y la
poesía.
Con otro enfoque funciona Wip en el Café de la Flor, basándose
en un proyecto cuya lógica integradora sobresalió este año dentro de las plataformas
independientes. Circunscriptos a la idea de promover experiencias de arte
mezcladas con noche, sus gestores ―José
Pablo Buzzo, Julio César Quinteros, María Luque y Victoria Ciaffone- convirtieron
a este bar en un foco de producciones experimentales, implementando el concepto
de "trabajo en progreso" e incluyendo a variados artistas de la
ciudad. En el día de la historieta (04/09) WIP hospedó a Mosquil. Dibujante que
se constituyó en uno de los grandes animadores de aquella movida underground rosarina que entre fines de
la dictadura y principios de la democracia renovó la forma de hacer historieta
en la Argentina.
A este complejo circuito, que más que abogar por nuevas y
riesgosas guerras de imágenes se sostiene
y construye a partir de la creación de iniciativas para forjar relaciones
sociales entre artistas, se suman, entre otros, La Herrmana Favorita (colectivo
conformado por Ángeles Ascúa, Florencia Caterina y Matías Pepe) y Oficina 26, a
cargo de Pauline Fondevila y Ariel Costa.
Con propuestas que van desde la clínica de obra hasta la
participación en ferias o en muestras, el común denominador de estos grupos y
espacios es el interés por fomentar un hábitat de hermandad e intercambio entre
autores. Algo que Beatriz Vignoli ha registrado y apoyado asiduamente desde el
suplemento “Rosario 12” del diario “Página 12”, dedicando algunos artículos a sus
itinerarios y actividades.
El trabajo de esta profesional resulta indispensable para este
contexto que, desde hace un tiempo largo, manifiesta enormes carencias con
respecto al terreno de la crítica periodística. Pese al papel que ha tenido
Rosario en la decantación de la situación del arte argentino contemporáneo, hoy
en día las prácticas locales no tienen un lugar suficiente en los medios. Un periódico
de allegada multitudinaria como “La Capital” aún no cuenta con una página
dedicada semanalmente a las artes visuales desde que Fernando Farina dejó esta tarea.
En las mismas circunstancias se halla el diario “El Ciudadano”, que entre 1998
y 2000 ofreció uno de los compendios culturales más completos que tuvo esta
localidad: el suplemento “Grandes líneas” dirigido por Martín Prieto.
Esto da como resultado un panorama pobre con respecto a la difusión
y el análisis focalizado en las problemáticas del arte actual. Más allá de las esperadas
notas de Vignoli, las pocas publicaciones que circulan generalmente deben
atenerse a la tarea primaria de ofrecer un punto de vista condescendiente, aportando
una mirada necesariamente descriptiva de los hechos. Algo que, salvando las
excepciones, ha desplazado el verdadero espíritu de discusión y la riqueza
conceptual en los textos escritos. Últimamente, el debate parece haberse
trasladado a Facebook pero de un modo banal e insustancial.
Otra de las grandes falencias de este entorno es la carencia
de instancias de comercialización del arte, estimulada por el déficit en
materia de galerías, ferias y remates.
En los años recientes, los esfuerzos por agitar una verdadera
actividad mercantil los ha concentrado, aunque sin tan buenos resultados, Cultura
Pasajera. Es interesante el camino que ha hecho desde su primera época en
vigencia, cuando en 2005 impulsó el proyecto MIDA (Mercado Inexistente del
Arte) planteando algunas acciones a partir de la ilusión por recuperar una de los
dispositivos faltantes del campo artístico: el mercado del arte.
Cabe destacar también la perdurabilidad de la emblemática
Krass Artes Plásticas, que una y otra vez resistió a los embates de economía
nacional. Luego de reabrir sus puertas en la calle Urquiza 2030, el 02/09 habilitó
una exhibición de pinturas de Norberto Moretti. Un artista que además de
concebir su lenguaje con relación a las tradiciones pictóricas locales, en
todos estos años ha hecho una gran labor de difusión con su programa de cable
“El cuento de la buena pipa”.
A ambas iniciativas se suma Darkhaus. Una galería de arte y
diseño fundada en 2010 por Cristian Fernández, Nerina Pizzarotti y Silvia
Cagnone. Su perfil responde a una búsqueda ambientacionista para privilegiados que
desean incorporar piezas de autor a sus contextos. Con una programación paralela
dedicada al arte, curada por Lila Siegrist y Pablo Montini, en su repertorio
incluyó la muestra “Cuánto pesa el amor”, que pudo verse hasta el 10/09. Una
serie de objetos escultóricos de cristal y oro elaborados en la Cristalería San
Carlos por el dueto Tru-lalala, integrado por Claudia del Río y Carlos Herrera.
El lugar que Darkhaus le otorga al diseño en la ciudad es
una clara prolongación del trabajo efectuado primero por el Salón Diario La
Capital, implementado desde el Museo Castagnino+macro, y luego por el Centro de
Diseño e Industrias Creativas (Cedic), dependiente de la Secretaría de
Producción de la Municipalidad de Rosario. Éste último se inauguró el 14/09,
presentándose como una incubadora de diseño destinada a impulsar un lugar de
creatividad y labor compartida para emprendedores locales. Bajo la coordinación
de Mauro Guzmán, este nuevo centro opera como un eslabón indispensable dentro de
este medio, abarcando desde los procesos creativos iniciales hasta la
transformación en empresas preparadas para instalarse en la economía y en la
sociedad rosarina.
La creación del Cedic posicionó al diseño en forma
definitiva como un área prometedora de un desarrollo substancial para la
cultura de Rosario. Como una disciplina en vinculación directa y asociativa con
las artes visuales. Algo que se viene delineando históricamente desde los
remotos tiempos de la Bauhaus, y que tanto Darkaus como el Museo
Castagnino+macro y el Cedic han entendido como uno de los aspectos fundamentales
de la naturaleza colaborativa de la producción contemporánea.
Acciones
institucionales
En los inicios de este siglo, la escena rosarina tenía como
fuerte principal a las instituciones públicas, que contaban con el apoyo
incondicional de la política gubernamental socialista. Situación destacada dentro
del ámbito nacional a partir de importantes avances, entre los que se hallaba el
nacimiento de un museo, el macro, con la mejor colección de arte argentino
contemporáneo del país.
El escenario hoy es distinto. El vínculo entre lo público y
lo privado, que en ese entonces estaba levemente consolidado, se halla en
crisis. Principalmente, porque los museos y centros de arte no forman parte de
una industria cultural alentada desde la esfera estatal. El impulso y la
excelencia en la labor y el apoyo brindado por el Ministerio de Innovación y
Cultura de la provincia de Santa Fe no alcanzan para suplir las exigencias de
unas artes que piden a gritos la participación de fondos privados. En este
sentido, la inexistencia de una ley de mecenazgo en esta provincia agudiza las
falencias de este entorno que en 2011 ha sido condicionado por la influencia
del calendario electoral en todas las actividades de alcance social.
Por su parte, los artistas no tomaron partido con respecto a
estos problemas. Y los centros oficiales de arte desarrollaron sus programas
pese a los déficits presupuestarios. Esto, sin embargo, no impidió que se
continuara trabajando en proyectos, algunos de los cuáles trascendieron gracias
a alianzas e iniciativas de coparticipación. Este es el caso del VIII Congreso
Internacional de Museología, al que adhirieron establecimientos de esta
localidad y del país a partir de la necesidad de generar un espacio de
intercambio de opiniones y pareceres sobre diferentes perspectivas de la
disciplina museológica. Se realizó en el Teatro Príncipe de Asturias del Centro
Cultural Parque de España y contó con la presencia de reconocidos profesionales,
tales como Ángela García Blanco, Juan Carlos Rico Nieto y Américo Castilla,
entre otros.
En forma análoga, vale destacar las acciones que en este
período llevaron a cabo organismos como el Museo de la Memoria, el Museo
Castagnino+macro, el Centro Cultural Parque de España, la Escuela Municipal de
Artes Plásticas Manuel Musto y el Museo Diario La Capital.
Dirigido por Rubén Chababo, el primero continuó con su
política de trabajo en torno al tema de las memorias post-genocidas
configurándose como un verdadero referente en su tipo. Durante este tiempo, acogió
al artista argentino Marcelo Brodsky, una charla-debate de Fernando Martín Peña
y el taller “Arte, política y memoria” a cargo de Juan Carlos Romero.
Entretanto, el museo Castagnino excedió su capacidad de
público con la exposición de Salvador Dalí “Los ojos del surrealismo”,
inaugurada el jueves 8. Una muestra criticada por numerosos colegas, pero
recibida favorablemente por la prensa local. Se podría decir, un éxito de taquilla
del que es posible rescatar una secuencia de charlas, donde disertaron psicoanalistas,
filósofos, críticos, artistas y curadores. Entre ellos, Emilio Bellón, Claudia
del Río, Roberto Echen, Carlos Kuri y Pablo Zöpke, que tomaron como puntapié la
relación entre subjetividad y arte a partir del surrealismo como movimiento
revolucionario del siglo XX.
El Castagnino también exhibió cuadros de Jaime Rippa, curados
por Marisa Gallo, y la excelente tercera edición del Premio a las Artes Visuales
Fundación Andreani, donde fueron premiados Miguel Harte, Hernán Marina y Marisa
Rubio.
El macro, circunscripto a la variedad pero de una forma muy
horizontal, habilitó tres exposiciones el viernes 9: “Bicicleta de ciudad”, de
Leandro Tartaglia, “Los raros”, con fotografías de Robinson Savary curadas por
Teo Wainfred y “Gore. El hombre es esta noche”. Ésta última, una propuesta curatorial
de Magalí Pallero, donde se vieron obras de Arturo Aguiar, Darío Ares, Marcelo
Bordese, Nicola Costantino, Mauro Guzmán, Marcos López, Sebastián Pinciroli,
Thaís Zumblick y Oligatega. Más allá de la sagacidad de la temática, el interés
de la curadora aquí se centró en indagar en la confluencia entre cine y artes
visuales para hablar de la existencia de una estética gore que halla su
definición en la representación violenta de la sangre y la muerte. El espíritu de
estas pinturas y videos se extendió a una proyección de cortometrajes en 16 mm
pertenecientes a la colección de Fabio Manes. Documentales que, con previas
advertencias al público general, revelaron el perfil perturbador y ambivalente del
gore.
El Centro Cultural Parque de España también tuvo protagonismo
ya que realizó una gran individual de Aurelio García. Bajo el título de
“Sonrisas y lágrimas”, este conjunto de pinturas inéditas realizadas entre 2009
y 2011 privilegió las iconografías religiosas y políticas, acentuando un rasgo habitual
del discurso de este autor. “Son obras figurativas, de un humor posmoderno,
eruditas pero comprensibles para cualquiera con alguna cultura general en
imágenes”, señalaba Vignoli desde el suplemento Rosario 12.1
Dentro de este itinerario, también se destacó el Teatro El
Círculo, cuyo ciclo de artes visuales desarrollado en la sala “Dr. Juan J.
Trillas” incluyó una muestra de los
reconocidos Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía. Con un título jocoso ―“¡Me
arruinaste el dibujo!, Dibujos a cuatro manos”-, esta experiencia contó
con la curaduría de Rosa María Ravera. Reunió así a tres importantes agentes
del arte argentino en un diálogo imprescindible para reconocerlos como figuras representativas
de ciertas tendencias actuales.
Con una oferta educativa acreditada e iniciativas propias,
la Escuela Musto merece ser incorporada en este recorrido. Desde 2008, ha
multiplicado sus responsabilidades optimizando el funcionamiento de sus
talleres y promoviendo distintas actividades como: edición de material
pedagógico, producción de objetos de diseño propio, organización de viajes, exhibiciones
y encuentros. Dentro de estos últimos, se halla la presentación del rosarino
Ismael Zuanigh en el hall de ingreso, basada en una instalación con collages.
Si hay algo que caracterizó en años anteriores a muchas de
las entidades de Rosario, es el interés por incorporar a artistas emergentes en
sus programas. La “emergencia” como género de las artes ha sido desplazada para
dar curso a otros proyectos. La excepción la constituyen el Centro Cultural
Parque de España y el Museo Diario La Capital. Sin embargo, ninguno de los dos
creó nuevas apuestas con la “emergencia” como objeto y sujeto, sino que cada
uno continuó con sus ciclos ya comenzados en años anteriores.
Así es como “Joven y Efímero” volvió a estar en cartelera
presentando a 5 de sus propuestas seleccionadas, pertenecientes a Elisabet
Veliscek, Gabriel Chaile, Azul Ventura, Maraña Gestual y Towemalmi.
Asimismo, el Museo Diario La Capital prolongó en 2011 el concurso
“Menos Treinta”, dedicando una de sus salas a un artista menor de 30 años que,
en esta instancia, fue tomada por Guillermo Carrasco.
El Centro de Expresiones Contemporáneas, que ahora tiene
entre sus ideólogos a Roberto Echen, se halla vinculado naturalmente con el
rango de la emergencia. Los días 21 de septiembre suelen convertirse en un
lugar de encuentro preferido por ciertos “emergentes”. Con las actividades
generadas en torno al evento “Primavera en los galpones”, que abarca la Franja
Joven del río (Río Paraná desde La Fluvial hasta el Parque de España), formó
parte de una zona que operó como escenario de una festiva jornada con
espectáculos, recitales, ferias de diseño, intervenciones urbanas, zonas para
dibujar, armar stickers y pintar
murales.
Este paseo ribereño, que se extiende también hasta el macro,
concentra a aquellos transeúntes para los cuales el Paraná es el principal
testigo de las más diversas experiencias al aire libre. Desde una activa pista
patinaje hasta un galpón para skaters,
estos recorridos ofician como señalamientos de otras prácticas culturales de la
vida urbana adoptadas por las generaciones más recientes.
Otras proyecciones de
la escena
Cabe señalar en
esta crónica a aquellos artistas que a lo largo del año estuvieron trabajando
dentro de este campo, pero con otro tipo de proyección. Comenzando con la
presencia de Adrián Villar Rojas en la 54ª Bienal de Venecia, varios rosarinos de la generación que empezó a irrumpir
al principio de este milenio se anunciaron más allá del contexto local.
A estos creadores,
Rosario como locación les ha propiciado una situación ambigua respecto de la
vieja condición periférica que tenía esta metrópoli. Sin embargo, a expensas de
la inexistencia de un mercado y en un medio reticente a la idea de avalar
producciones que cuesten un poco más que lo acostumbrado a cuando se trabaja
con modos más tradicionales, hoy se destacan con discursos a veces solitarios
pero marcadamente consistentes.
Sólo algunos casos de
esta proyección hacia afuera tienen resonancia en el período que nos ocupa. Uno
de ellos es el Club del Dibujo, que con la presencia de Claudia del Río
participó en El Encuentro Internacional de Medellín 2011, en Colombia. Un
proyecto liderado y propulsado por el Museo de Antioquia que estuvo vigente
entre septiembre y diciembre. Asimismo, Carlos Herrera y Mauro Guzmán,
exponentes rosarinos de la Beca kuitca / UTDT 2010-2011, han hecho circular sus
obras más allá del ámbito nacional. El primero participando en la 12ª Bienal de
Estambul, Turkía, inaugurada el 17/09, y el segundo en el marco de una
residencia en Gasworks, Londres, donde realizó varias presentaciones, entre ellas,
la performance “Linda Bler: Possessed Artist” el 23/09.
Mariana Tellería, que también tuvo un 2011 con acciones
concretadas más allá del perímetro de esta ciudad, se destacó en este tiempo
por llevar a cabo una de las individuales más sólidas del año. Emplazada en el
Museo Diario La Capital desde el 21/09 bajo el título de “La mujer serruchada”,
esta exhibición, curada por Fernando Farina, ahondó sobre la imagen del
ilusionismo. Con gran desparpajo de su sensibilidad, Tellería jugó con la estructura
espacial del museo haciendo uso de los supuestos de la magia.
Poéticas y discutidas entre sí, las piezas de esta gran
instalación gravitaron en las salas transformando por completo al espacio en un
sinfín idílico a través de signos escritos exclusivamente para el ojo sensible.
Su obra habla de los sentimientos, de la posibilidad y la imposibilidad, de los
contrapuntos formales y materiales pero, sobre todo, de la intervención y de la
ficción como soportes de un lenguaje que se sostiene desde el deseo de engañar.
Por este juego con la alucinación
y el desarrollo de una construcción transformista de su entorno, es
imprescindible remarcar a esta exposición, que proyecta una posición autoral y
decidida desde el arte. Una muestra consistente pero silente, capaz de
insertarse en los intersticios menos evidentes de una escena que se debate mayormente
entre la legitimación institucional y la auto-acreditación de un grupo variado
pero hermanado de exponentes.
NOTAS
[1] Beatriz Vignoli, “Revelaciones y revoluciones”, Rosario, sección Cultura / Espectáculos del suplemento Rosario 12, diario Página 12, martes 20 de septiembre de 2011.
[1] Beatriz Vignoli, “Revelaciones y revoluciones”, Rosario, sección Cultura / Espectáculos del suplemento Rosario 12, diario Página 12, martes 20 de septiembre de 2011.
Publicado en: Anuario: registro de acciones artísticas, Rosario 2011, editores Lila Siegrist, Pablo Montini, Georgina Ricci, Rosario, Anuario, 2012, pp. 126-135. Descargar publicación completa: click aquí.